jueves, 11 de marzo de 2010

Navasfrías, Cruce de Caminos

SITUACIÓN GEOGRAFICA

Esta población, situada en la parte más sur occidental de la provincia de Salamanca y a orillas del río Águeda, tiene una extensión en su territorio de 59,96 Km2; estando localizado su casco urbano en las coordenadas 6º 49’ 08’’ longitud oeste y 40º 17’ 55’’ latitud norte, con una cota de 874 a 908m sobre el nivel del mar.
Su delimitación territorial está marcada de una forma natural por la sierra de Gata, que con su majestuoso pico Jálama ( Salama ), de 1492m, la separan por el sur de la provincia de Cáceres; por el oeste Las Mezas en la demarcación del Picoto, de 1265m, marca un punto de división entre España y Portugal, y también de división y separación entre las provincias de Salamanca, Cáceres y Guarda (Port); al este queda situada la zona del Rebollar, espacio natural con unas 50.000 Ha de roble melojo, de la cual forma parte, limitando su termino con El Payo y al norte con la frontera portuguesa y Casillas de Flores.
La sierra de las Mezas y la sierra de Jálama, están constituidas por un núcleo granítico y una capa metamórfica, formando suaves elevaciones en la penillanura pliocénica de la Submeseta Norte.
Dicho término esta bañado por las aguas de los ríos Águeda, Roladrón y Rubiós, estos dos últimos afluentes del Águeda, a los que se suman algunos regatos menores en el trascurso de su recorrido.
Este enclave situado al norte de la sierra y cruce de caminos entre España y Portugal, perteneciente a la Alta Extremadura y posteriormente a la provincia de Salamanca, en los términos unas veces extremeños y otras salmantinos del Concejo de Sabugal, partido de Alcántara y finalmente del de Ciudad Rodrigo, aumento notablemente su población con la presencia de gentes llegadas poco a poco durante el XVIII y principios del XIX de diferentes pueblos de estos tres concejos, la mayor parte del Concejo de Sabugal; para en el crisol que fue Navasfrías mezclarse y dar como resultado un pueblo luchador y resuelto a abrirse camino con sus pequeñas industrias y una agricultura y ganadería difíciles por las circunstancias que conllevan estas explotaciones en un medio adverso, donde las inclemencias del tiempo complican y hacen poco rentables la mayor parte de las veces estos trabajos; aunque a estas personas poco les importaron los esfuerzos cuando estaba en juego la subsistencia de todos ellos.
Estas personas, inyectaron savia nueva a un reducido grupo de habitantes que en aquella época y desde tiempos anteriores a la repoblación (reagrupación), de 1219, habían venido habitando en estas tierras en pequeños asentamientos, dando origen su reagrupación al núcleo actual de esta pequeña villa, en principio de pastores y vaqueros al servicio de la Orden del Perero, al ser donado todo el termino a esta Orden y ser desposeídos estos habitantes de las tierras que ocupaban, pasando a ser arrendatarios sin propiedad alguna. Posteriormente pasaría la Orden del Perero a ser conocida como Orden de Alcántara, conservando la propiedad de tierras y casas en la totalidad hasta su desamortización.
La mezcla de culturas y lenguas, sobrevenida por el asentamiento de muchas personas de los pueblos portugueses de la frontera como vecinos de Navasfrías, dio como resultado que durante muchos años hubiese celebraciones conjuntas de romerías religiosas al cercano pueblo de Aldeia do Bispo, y también que las celebraciones de las fiestas de uno y otro lado de la frontera, fuesen seguidas como propias, dado el parentesco de muchas familias de uno y otro lado; costumbre que ha seguido hasta hoy día. Esto también propicio que las expresiones y formas del lenguaje, cuando menos, fuesen peculiares y diferentes de los pueblos de habla castellana.




MONTE DE JÁLAMA (Sierra de Gata) FUSCUS DEOO SALAMATI


Al Norte de la ardiente Extremadura,
Cual si fuera de un Dios el alto trono,
Jálama eleva su grandioso cono
De inmensa base y colosal altura

Desde su vértice de abruptas peñas
Se ven hasta distancias muy lejanas
Con sus mieses, las hojas castellanas,
Con sus frutos las quintas extremeñas.

Matías García Miguel (el cura Don Matías )


Hasta nuestros días y coincidiendo con el solsticio de verano, (en la noche de San Juan), han llegado a través de los tiempos rituales paganos, posibles reminiscencias ancestrales de los pueblos celtas; como la ornamentación de las fuentes con flores naturales; quizá como ofrenda al dios que regula el agua de los manantiales por la concesión de tan preciado liquido, indispensable para que los pastos y las cosechas sean abundantes. Este ritual, lo llevan a cabo las mujeres después de la puesta del sol. Forma parte también de este ritual, la ablución con dichas aguas, que debe hacerse al alba, conservando su piel tersa durante todo el año la primera en llevarlo a efecto.
El epígrafe del ara hallada en Villamiel “Fuscus Deo O(ptimo) Salamati”, hace factible la confirmación de que los habitantes de toda la zona alrededor de la sierra, venerasen la montaña a través de la cultura celta como el dios que les proporciona abundancia de agua y posibilita la fertilidad de los campos.
La licencia del poeta “Cual si fuera de un Dios el alto trono “, para ellos era una realidad, debido a sus creencias y la dependencia absoluta que tenían de la naturaleza.
La referencia de Al – Idrisi a una Medina Aben Salama, que según otras fuentes, con anterioridad parece ser fue una Salama o Caria Salama, puede ser una de las pocas coincidencias de este nombre en la geografía de la península, relacionada con la ubicación de Grazalema, situada a 812 m. de altitud en las estribaciones de la Sierra del Pinar y dentro del parque natural de la Sierra de Grazalema, con una pluviometría por encima de los 2.000 l/m2.
La coincidencia en el nombre con el monte de la Sierra de Gata, vendría determinada por su raíz Ilirio Ligur “sal = agua” que unida al sufijo “ama = madre”, señalarían en la antigüedad este orónimo como lugar de fuentes (su traducción literal, agua madre, manantial), en ambos casos con una misma base, la abundancia de agua en dichas zonas.
La relación agua = vida, llevaría más tarde a la creación del teónimo Salamati, derivado del orónimo de dicho lugar, considerando la montaña como fuente de vida y dando lugar a la veneración por el pueblo celta de los vetones de este monte como un dios benefactor, según el ara votiva hallada en Villamiel y conservada en San Martín de Trevejo, “Fuscus Deo O (ptimo) Salamati- Al Dios Sumamente Bueno el Oscuro Salamati.
La inscripción del ara votiva, nos puede llevar a dos consideraciones, la de un dios oscuro en referencia al color de la mole granítica, cosa bastante incierta y poco asumible; ó fusco (oscuro) en clara referencia a su aspecto durante la época de lluvias, lo que identificaría a Salamati con una divinidad relacionada con las aguas y los fenómenos atmosféricos.
La expresión fusco, es utilizada aún por algunas personas cuando el cielo está casi negro y las nubes amenazan agua; fenómeno que ocurre con frecuencia en la cima de Jálama.
Sumamente bueno, para ellos seria una consideración a la magnanimidad de su dios por la concesión de la abundancia de agua, hecho fácilmente constatable por ser una zona muy lluviosa, equiparable a la sierra de Grazalema y que conlleva que sus fuentes proporcionen abundante caudal a los ríos.
La controversia suscitada por la inscripción de Villamiel - I. M DEO TETAE – posible, “Iovi Máximo Deo Tetae”; y por otra parte, la identificación que algunos autores hacen de Júpiter con Reue, divinidad localizada en El Cabeço das Fraguas, concejo de Sabugal, parece inclinar a estos en señalar a Salamati como uno de los epítetos de Reue, considerándolo como un dios aéreo, el cual tendría su morada en las cumbres de la montaña y seria identificado con el Dios Supremo el Padre Júpiter.
La inscripción hallada, en ningún caso identifica a Salamati con el dios supremo, y dado que, el ara e inscripción son de época romana y su grafía es latina, no hay ningún indicio que relacione este teónimo, designado como Optimo (superlativo de Bonus), con las formas clásicas de designar al padre de los dioses: “Páter, Máximus (superlativo de Magnus) ó Rubente”.
Estos dioses indígenas, tenían sus raíces en épocas anteriores a la invasión de Roma, con lo cual en según qué zonas el conocimiento de estas divinidades pasaría de unos a otros trasmitido de forma oral y mediante ritos y celebraciones de estos pueblos; quedando constancia escrita en estas aras ya durante la dominación de Roma.
La montaña de Jálama, fuente de los diferentes ríos que corren por sus valles, alberga a partir del siglo XVII – XVIII en su cara norte por encima de los 1400 m, una nevera octogonal de 3,3 m de lado y 26,4 m de perímetro, revestida con sillares de granito, ¡por cierto, de excelente construcción!, cuya finalidad fue almacenar nieve para su posterior utilización con fines sanadores, entre otros. Este tipo de neveras ó parecido, están repartidas por diferentes puntos de la Península, existiendo ya en el siglo XVI, constancia escrita en la forma de la utilización de la nieve.
Entre otras muchas obras tenemos: “Tratado de la nieve y del uso de ella “Frcº Franco, Sevilla 1569. (Médico valenciano)
“Tratado de las grandes excelencias del agua y de sus maravillas, virtudes, calidades y elección y del buen modo de enfriar con nieve “Francisco Jiménez de Carmona, Sevilla 1616.
(Médico nacido en Córdoba en el año 1589)
“Breve antología al discurso nuevo del doctor Miguel Fernández de la Peña, Método verdadero del uso del agua de nieve en día de purga “Fernando Cardoso, Madrid 1637.
En esta época y debido al alto consumo de nieve, se origina un impuesto Real sobre dicho consumo, denominado de Quinto y Millón, por ser este impuesto la quinta parte del valor real del hielo; lo que supondría grandes beneficios para la Corona y que perduraría hasta el último cuarto del S/ XIX, cuando el ingeniero Carlos Tellier inventa la maquina frigorífica en 1876; dando lugar a que paulatinamente fueran cayendo en desuso los ventisqueros y las neveras.
La nevera de Jálama, sirvió en su tiempo para abastecer de nieve a Ciudad Rodrigo y su comarca.







RUINAS DE LA NEVERA DE JÁLAMA (Nevera octogonal de 26.40m de perímetro)

Tierras y Pobladores.


En la actualidad, las tierras de Navasfrías están cubiertas en su mayoría por robles, pinos, castaños y otras especies silvestres, que bañadas por las aguas cristalinas de sus ríos hacen de ellas un espacio muy especial para el esparcimiento y la relajación de sus visitantes.
Sus primaveras tardías impregnan el aire de perfumes inolvidables, y sus campos, de un colorido especial, como es característico de la montaña con la aparición de sus hermosas y delicadas flores; todo esto acompañado del suave murmullo del agua de los arroyos al deslizarse por las laderas de las montañas buscando los cauces más amplios de los ríos.
Los veranos son bulliciosos, con gentes hablando idiomas diferentes, pero con comportamientos semejantes y cultivando entre todos afectos y amistades.
Los otoños, son una llamada especial para los amantes de las moras silvestres, las castañas y las setas; con salidas al campo y reuniones asesoradas por expertos micólogos.







BOLETUS (Boleto pinicola con tres pequeños en su base)


¡Pero también llega el invierno! Inviernos largos que traen recuerdos de otros tiempos aún no muy lejanos, con campos diferentes, sin bosques de pinos, campos cubiertos enteramente por los sembrados, entre otras muchas cosas de cereales meciéndose como las olas por el aire suave de la brisa y acariciados ligeramente por manos recias que comprueban el grano de sus espigas; las mismas manos que sembraban de luces los campos en las noches de verano, surco arriba y surco abajo hasta el amanecer.
¡Tantos recuerdos, tantos y tantos caminantes los que nos hemos cruzado en estos caminos!

Soledades

Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!…
¿Adónde el camino ira?
Yo voy cantando, viajero
a lo largo del sendero…
- La tarde cayendo está -.
“En el corazón tenía
la espina de una pasión;
logre arrancármela un día;
ya no siento el corazón.”

Y todo el campo un momento
se queda, mudo y sombrío,
meditando. Suena el viento
en los álamos del río.

La tarde más se oscurece;
y el camino que serpea
y débilmente blanquea
se enturbia y desaparece.


Antonio Machado