domingo, 1 de agosto de 2010

Entorno próximo.

Del Tajo al Duero.

Huellas en el Paleolitico Inferior.
Las referencias del comienzo de la evolución de la especie humana, aparecen en zonas muy alejadas de lo que hoy es la frontera portuguesa en su confluencia con la sierra de Gata.
Los primeros pobladores de los que se tiene constancia hasta ahora, aparecen en la Península durante la época glacial, Glaciación Günz, en el paleolítico inferior, contrastado por estudios realizados en Atapuerca, cifrando la fecha de aparición del “homo antecessor“ hace 800.000 años; aunque las investigaciones amplían cada día más la antigüedad de esta aparición en la península.
También en el paleolítico inferior, y esto mucho más cercano a estos parajes, E Jalhay y A do Paço, indican 173 estaciones en Portugal, situadas la mayor parte en zonas de la costa occidental, exceptuando las del río Caia, en las proximidades de Elvas.
Estas estaciones irían aumentando hacia el interior, en las depresiones de los ríos, primero en el Tajo y más tarde en el norte, riberas del Agueda, Tormes y Duero, cuando las condiciones climáticas en la costa fueron más desfavorables. Las estaciones con frecuencia contienen fosiles de mamiferos y moluscos; así como restos de industrias liticas.
Hacia el interior y mucho más cercanos a la Sierra de Gata, en la parte Sur, ocupados en época interglacial, Mindel-Riss, nos encontramos los Yacimientos Achelenses del Rincón del Obispo, en la zona de Coria, datado en unos 300.000 años a C. y el del Sartalejo, en el termino de Galisteo, datado en unos 250.000 años a C., con industrias líticas de endidores, lascas de tipo Levallois, raederas, buriles, cuchillos, puntas de flechas y cantos bifaciales trabajados.
También en las riberas del Tormes, cercanos a Salamanca zona oeste, el Padre Moran ha llevado a cabo el estudio de varios yacimientos achelenses, con cuarcitas de grano grueso, trabajadas toscamente con tallas faciales y bifaciales; aunque sin determinar la época.
Estas ocupaciones, debido a las condiciones climáticas en las que comienza el desarrollo y evolución del genero homo, fueron en exceso complicadas, aunque de suma importancia para el desarrollo de la vida; ya que las glaciaciones con fuerte disminución de las temperaturas y grandes zonas cubiertas de hielo, influyeron decisivamente en la flora y en la fauna. Los periodos de grandes fríos, épocas glaciales, se alternaron con otros más cálidos, épocas interglaciales. Estos cambios condicionaron la forma de vida de la especie humana, dependientes de la caza y de la recolección, obligandoles a constantes desplazamientos en busca de alimentos, pudiendo estos, sobrepasar las 50 leguas año.
La falta del fuego cuya utilización se supone generalizada hace aproximadamente unos 400.000 años, les obligo si cabe con mayor necesidad en épocas anteriores, a buscar refugios y fabricar vestidos con pieles de animales en las épocas de grandes fríos.
La fauna de la península tuvo algunos cambios, ya que a los mamíferos más importantes existentes, como el elefante, bisonte, ciervo real, oso de las cavernas, caballo salvaje, lince, jabalí, uro, cabra montesa ibérica, liebre, lirón y conejo, se unieron otros característicos de los sitios fríos, el mamut, rinoceronte peludo y reno.
En uno de estos periodos interglaciales vivieron en el centro de Portugal, el hipopótamo, la pantera y la hiena rayada; posiblemente muy cercanos o en estas mismas montañas.

Paleolítico Medio.
Las decadas posteriores en los que aparecen los primeros indicios del homo Neanderthal (90.000-28.000 años), no fueron precisamente idóneos para su asentamiento en la zona de la Sierra de Gata; pues en el Wúrm, la última glaciación del cuaternario superior europeo, desarrollada al final del pleistoceno, el Sistema Central hace unos 50.000 años, a partir de la sierra de Béjar, presentó glaciares en todas las vertientes alrededor de los picos Trampal 2.425 m y Calvitero 2.401 m, cuando el límite de las nieves permanentes se encontraba en esta zona en los 1.800 m, coincidiendo la Sierra de la Peña de Francia, de 1.723 m, con el límite climático de nieves permanentes y no encontrándose en esta huellas de glaciación. Las demás cumbres que componen el Sistema Central hasta la frontera portuguesa, son menos elevadas, y por tanto por debajo de los limites de glaciación, Canchera Pico Tiendas 1.590 m, Bolla 1.519 m, Bolla Chica 1408, Jañona 1.367 m, Jálama 1.492 m, el Espinazo 1.332 m y Las Mezas 1265m, que aunque no presentaron glaciares, sufrieron las consecuencias de los inviernos largos con grandes nevadas y temperaturas muy bajas. En su continuación, el Sistema Central en la zona oeste, presento glaciares en cotas más bajas; en la Sierra de la Estrella, de 1991 m, a partir de los 1600 – 1650m. La Serra do Açor 1349 m y la Serra de Lousa 1202 m, por debajo del limite en esta zona, no presentaron glaciares.

Paleolítico Superior y Epipalolitico.
La desaparición del hombre Neandertal, en los primeros 7.000 años del Paleolítico Superior, dejo como único ocupante de la Península al homo sapiens-sapiens.
Durante la última Máxima Glaciación, hace 22.000 años, comprendida también dentro de la Glaciación Würm, las condiciones climáticas serían más severas; ya que el frente polar en el Atlántico llegaría a casi toda la costa Oeste peninsular, bajando la temperatura de las aguas a medida que se iba hacia el Norte.
A partir de los 40º de latitud, hasta donde llegaban los iceberg procedentes del Manto Laurentino y Finoescandinavo antes de descongelarse, la temperatura de las aguas no llegaba a superar los 10º; coincidiendo esta latitud justamente con la parte sur de la Sierra de Gata, e incrementando las malas condiciones los vientos polares que alcanzaban toda la costa atlántica.
Durante esta época, en las costas del norte de la Península se llegaban a alcanzar temperaturas aún más bajas, situándose en las estaciones del verano en un máximo de 8º y en invierno en una media de -5º; bajando también las cotas de glaciación y situándose en algunos casos en los 1000m. de altura.
Estas condiciones tan desfavorables en las costas, llevarían a sus pobladores a desplazarse hacia el interior en busca de alimentos y al abrigo del frente polar, siguiendo los cauces de los ríos e instalándose en la confluencia del Duero y el Côa; ya que las condiciones aun serian más desfavorables en las zonas altas del interior.
La deglaciación, comienza hace unos 18.000 años, logrando establecerse un clima relativamente templado al final del subperíodo Magdaleniense (de una antigüedad que se sitúa entre 15.000-10.000 años).
La presencia más cercana y más antigua del hombre sapiens-sapiens conocida hasta ahora, data del subperíodo Auriñaciense (30.000 - 25.000 años) y se encuentra alejada de la zona, al Sur del Tajo, y a unos 125 Km., en la cueva de Maltravieso, El Calerizo (Cáceres); adjudicandole las investigaciones llevadas a cabo una antigüedad próxima a los 30.000 años.
En Portugal, en Foz Côa, los grabados rupestres al aire libre, según los estudios realizados, parecen asegurar la presencia humana en la Riba Côa a finales del Gravettiense ( 25.000-18.000 años), en las primeras fases del periodo postglacial.
Pero la presencia más cercana la encontramos a unos 60 Km., aguas abajo del río Águeda en la estación rupestre de Siega Verde, en las proximidades de Castillejo de Martín Viejo, Villar de la Yegua, y Villar de Argañan, con una antigüedad sin determinar exactamente, pero que se sitúa aproximadamente a principios del Solutrense ( 18.000-15.000 años).
En principio la presencia humana aparece alejada de lo que es el Sistema Central, en zonas más bajas y por tanto más cálidas, pero cerca de los ríos, como es el caso también de Mazouco ( Freixo de Espada-a-Cinta) al aire libre y cerca del Duero.
Con la subida de las temperaturas en el holoceno, el hombre se refugia en zonas montañosas, penetrando en valles como las Batuecas, con pinturas rupestres aún en estudio, pero posiblemente enlazando ya con el final del neolítico.

Neolítico, presencia muy cercana.
Sin que se pueda demostrar la presencia estable del hombre en el área de Navasfrías por la falta de elementos que así lo testifiquen, sí podemos pensar en su presencia al menos como zona de caza y pastoreo en el Neolítico, o como muy tarde en el Calcolítico, por la presencia de monumentos megalíticos y dolménicos en diferentes puntos, en un circulo con radio no superior a 15 ó 20 Km.
La mayor parte de estos monumentos funerarios se encuentran en mal estado, caso de Casillas de Flores o Fuenteguinaldo. En otros casos donde existen más indicios de presencia humana, como es el Concejo de Sabugal, en el alto Riba Côa y al abrigo de la Sierra de las Mezas, algunos han desaparecido, pero tenemos referencia de ellos por las memorias parroquiales de Gaspar Simoes, año1758, en las que describe en aquella época la existencia de 5 dólmenes en Ruivós, 2 en Aldeia da Ribera, 1 en Cardeal y 1 en Bendada, en campo abierto, y cada una de ellas de 5, 6 ó 7 piedras verticales de 12 ó 14 palmos, arrimadas unas a otras en circulo, y sobre ellas una laja en forma de mesa formando la cámara funeraria. En estas cámaras se hallaron otras piedras pequeñas, que según la descripción que de ellas hace Gaspar Simoes, son catalogadas como hojas de sílex y hachas de piedra pulida.
La desaparición de estos monumentos funerarios, ha sido casi siempre debido a la utilización que hizo el hombre de estos materiales para la construcción de viviendas y cercados de fincas; aunque otros han desaparecido simplemente al quedar sepultados con el paso del tiempo.
Joaquín Manel Correia nos describe los restos de la única anta existente a comienzos del siglo XX en Ruivós, próxima a la capilla de San Pablo; compuesta ya solamente por tres piedras, una de 6 palmos de altura, otra de nueve palmos y medio y dos palmos y medio de grosor.
En Alfayates, últimamente se ha descubierto un dolmen en las proximidades del convento de Socaparte, compuesto por tres piedras de granito en posición vertical y situadas en forma de U.
En la Beira Alta, se conservan aún en buen estado las antas de Pêra do Moço (Guarda), Casal da Pedra de Anta, en Malhada Sorda (Almeida); y monumentos megalíticos en las proximidades das Ïnguias y do Monte do Bispo, concejo de Belmonte; todo esto hace pensar en un posible enlace con los pobladores de las riberas del Tajo y del bajo Riba Côa de épocas anteriores.
Por otra parte, son conocidos en la Sierra de Gata los dólmenes de Robledillo de Gata, de Hernán Pérez y Montehermoso; así como los restos de Castillejos, hachas pulimentadas, piedras de moler manualmente, restos de cerámica e incluso puntas de flechas.
A parte de todos estos monumentos funerarios más cercanos, en las Beiras los megalitos son cuantiosos, cifrando en 300 los de la Beira Alta, distrito de Viseu y 120 los de la Beira Litoral, identificados por Leisner y Ribeiro 1968 y datando su construcción en los primeros 250 años del IV milenio a C.
Los Ligures protohistóricos, parece ser, están ligados directamente con la cultura megalítica extendida por casi toda la península, ocupando principalmente la zona oeste.
Esta es la primera denominación genérica empleada por los griegos para designar a los antiguos habitantes de la Península.
El profesor A. Schulten, considera Ligur a toda la península, antes de la entrada de los iberos. Los Ligures, son considerados así mismo el sustrato etnográfico de la Península, por otros muchos autores.
Según el filólogo alemán Wolf, los Ligures, fueron indoeuropeizados por una rama de los ilirios, los Carnoilirios.
En cierta manera el pensamiento de Menéndez Pidal, coincide con esta teoría, considerando que el Ligur clásico era un idioma no indoeuropeo, fuertemente indoeuropeizado.
La teoría de la llegada de los ilirios a la Península aproximadamente hacia el año 1000 a C., es defendida por Pokorny y Almagro Basch; aunque Menéndez Pidal considera que además de ilirios fueron Ambrones también los que penetraron en esta época, anteriormente a la entrada de los celtas. Todos estos pueblos parecen provenientes de la cultura de los campos de urnas.
Con la certeza que dan todos los hallazgos expuestos anteriormente, de presencia humana, algunos en zonas cercanas y al parecer bastante pobladas, podemos estar casi seguros de su presencia en el área, por la evolución del hombre y su dedicación a la agricultura y la ganadería, dada la abundancia de agua y pastos, aunque fuese exclusivamente como zona de pastoreo.
A falta de estos testimonios, la toponimia que aún perdura en el término municipal de Navasfrías, posibilita la certeza de ocupación de estos terrenos en épocas precelticas.
Gorgollón, (borbollón “borb”, según Menéndez Pidal, raíz Ligur Iliria, i. e. = agua abundante) “Gorg”, onomatopeya del ruido que produce el agua en los manantiales, forma anterior a la de borbollón y tan antigua como el mismo lenguaje.
Salama, Ligur – Ilirio, i.e., “sal“= agua, “am(m)a” = madre; agua madre, manantial, fuente.
Navas Frías, nava, topónimo vasco, “naba”= valle próximo a la montaña.
De época posterior, Rubeolos, hidrónimo, raíz lat., “rubeo” = estar rojo, derivando progresivamente, Rubioso > Rubiós.
Este hidrónimo, es con toda probabilidad debido al arrastre por el río de menas de oro, ya que actualmente aún se pueden encontrar.
Es conocida la búsqueda de minerales, durante la dominación de Roma, en toda esta zona, quedando más constancia en Valverde del Fresno, Eljas y Perales del Puerto.
El topónimo nava, atendiendo a la relación de los ligures con el pueblo vasco, conclusión de Schulten al afirmar que el idioma vasco es un relicto Ligur; seria claramente precéltico.
Con la teoría de otros autores, considerando afinidad entre los idiomas vasco e ibero, nos llevaría a encuadrar este topónimo como de sustrato vasco-ibero; con la misma conclusión que podríamos llegar anteriormente, la ocupación en épocas precélticas, si no estables, al menos con ocupaciones periódicas durante la época de pastos, dada la cercanía al castro Ibero de Irueña, a unas tres leguas aguas abajo del río Águeda.


XXº P.